El 9 de abril se ha establecido en Colombia como el Día de la memoria. Este día en la Plaza de Bolívar de Bogotá se leerá la Segunda oración por la paz escrita por William Ospina.
Con tal motivo, revivimos un documento de extraordinario valor histórico que todos debemos conocer y presentamos un video que nos muestra una semblanza del autor de la siguiente oración:
Con tal motivo, revivimos un documento de extraordinario valor histórico que todos debemos conocer y presentamos un video que nos muestra una semblanza del autor de la siguiente oración:
Oración por la paz
Jorge Eliécer Gaitán
7 de febrero de 1948
Excelentísimo señor
Presidente de la República, doctor Mariano Ospina Pérez:
Bajo el peso de una
honda emoción me dirijo a vuestra excelencia sabiendo que interpreto el querer
y la voluntad de esta inmensa multitud, que cobija su ardiente corazón,
lacerado por tanta injusticia, bajo este silencio clamoroso, para pedir que
haya piedad y tranquilidad para la patria.
En todo el día de
hoy, excelentísimo señor, la capital de Colombia ha presenciado un espectáculo
que no tiene precedentes en su historia. Gentes que llegaron de todo el país,
de todas las latitudes –los llanos ardientes y las frías altiplanicies, como
las de esta capital– han venido a congregarse en esta plaza, cuna de nuestra
libertad y de nuestra historia, para expresar su irrevocable decisión de
defender sus derechos. Dos horas hace que ellos desembocan en esta plaza y no
hay sin embargo un solo grito, porque en el fondo de sus corazones se agolpa la
emoción; pero como en las tempestades violentas la fuerza subterránea es mucho
más poderosa y ésta sabe que tiene el poder de imponer la paz cuando los
obligados a imponerla no la imponen.
Señor Presidente: Aquí no hay aplausos sino millares de banderas
negras que se agitan. Excelentísimo señor: Sois un hombre de universidad y por
lo tanto os debe llamar la atención este hecho sin precedentes en la historia
de Colombia.
Señor Presidente: Aquí están presentes todos los hombres que han
desfilado y demuestran una fuerza y un poderío no igualados y sin embargo, no
hay un solo grito. Aquí hay una contradicción a las leyes de la psicología
popular. Un pueblo que es capaz de contrariar las leyes de la psicología
colectiva es un pueblo que os demuestra que tiene un espíritu de disciplina
capaz de superar todos los obstáculos. Ningún partido en el mundo ha dado una
demostración como ésta. Pero si esta manifestación sucede es porque hay algo
grave y no por triviales razones. Y esto obliga a los hombres universitarios a
escucharla y oírla. Somos la mejor fuerza de paz en Colombia. Somos los
sustentáculos de la paz en Colombia, y mientras en las veredas y en los
municipios fuerzas minoritarias se lanzan al ataque, aquí están las grandes
mayorías obedeciendo una consigna. Pero estas masas que así se reprimen también
obedecerían la voz de mando que les dijera: Ejerced la legítima defensa.
Dos horas ha gastado esta gente entrando a esta plaza para
colmarla. El comercio ha cerrado sus puertas y le debemos gratitud por este
noble gesto.
Porque somos fuertes somos serenos. Esta es la significación más
exacta de que con nosotros no puede abusarse. Hay un partido de orden capaz de
realizar estas manifestaciones para evitar que la sangre se derrame y para que
las leyes se cumplan, porque son la expresión de la conciencia colectiva. Yo
quisiera que todo el país contemplara este espectáculo. No me he engañado
cuando he dicho mi concepto sobre la conciencia popular, ampliamente ratificada
en esta manifestación, donde los aplausos desaparecen y sólo se oye el rumor
emocionado de los millares de banderas negras que aquí se han traído para
recordar a nuestros hombres tan villanamente asesinados.
Señor Presidente: serenamente, tranquilamente, con la emoción que
atraviesa el espíritu de los hombres que llenan esta plaza, con esa emoción
profunda os pedimos que ejerzáis vuestro mandato, el mismo que os ha dado el
pueblo, en favor de la tranquilidad pública. Todo depende de vos; sabemos que
quienes anegan en sangre este país cesarían en su pérfida siega. Esos espíritus de mal corazón cesarían al simple imperio de vuestra
voluntad.
Amamos hondamente a
esta patria nuestra y no queremos que nuestra nave victoriosa navegue sobre
ríos de sangre.
Señor Presidente:
No os reclamamos tesis económicas o políticas. Apenas os pedimos que nuestra
patria no siga por caminos que nos avergüenzan ante propios y extraños. ¡Os
pedimos tesis de piedad y de civilización!
Señor Presidente:
Os pedimos cosa sencilla para la cual están de más los discursos. Os pedimos
que cese la persecución de las autoridades y así os lo pide esta inmensa muchedumbre.
Pedimos pequeña cosa y gran cosa: que las luchas políticas se desarrollen por
cauces de constitucionalidad. Os pedimos que no creáis que nuestra
tranquilidad, esta impresionante tranquilidad, es cobardía. Nosotros, señor
Presidente, no somos cobardes: somos descendientes de los bravos que
aniquilaron las tiranías en este suelo sagrado. Pero somos capaces, señor
Presidente, de sacrificar nuestras vidas para salvar la tranquilidad y la paz y
la libertad de Colombia.
Impedid, señor
Presidente, la violencia. Sólo os pedimos la defensa de la vida humana, que es
lo menos que puede pedir un pueblo. En vez de esta ola de barbarie, podéis
aprovechar nuestra capacidad laborante para beneficio del progreso de Colombia.
Señor Presidente:
Esta enlutada muchedumbre, estas banderas negras, este silencio de masas, este
grito mudo de corazones, os pide una cosa muy sencilla: que nos tratéis a
nosotros, a nuestras madres, a nuestras esposas, a nuestros hijos y a nuestros
bienes, como querríais que os tratasen a vos, a vuestra madre, a vuestra
esposa, a vuestros hijos, a vuestros bienes.
Os decimos,
excelentísimo señor Presidente:
Bienaventurados los
que no ocultan la crueldad de su corazón, los que entienden que las palabras de
concordia y de paz no deben servir para ocultar los sentimientos de rencor y
exterminio. Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las
palabras la impiedad contra los hombres de su pueblo, porque ellos serán
señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia.
Bogotá, Manifestación del silencio en la Plaza de Bolívar, 7 de
febrero de 1948
La Oración por la paz en la voz de Gloria Gaitán, hija de Jorge Eliécer:
A continuación un documental producido por Señal Colombia sobre el Gaitán: