El pasado 13 de mayo, el doctor Manuel Antonio Muñoz Uribe, inició su conversación sobre el general con una introducción corta y sugestiva.
Para los presentes y para ustedes que nos leen, ésta es la puerta de ingreso a la vida de un hombre cuya voz fue silenciada en 1914 a golpes de hacha.
Saber en qué consistió la batalla de Peralonso, cómo fue la toma del municipio de Teherán, uno de los tres donde el general combatió, y entender ese mojón que separa al fogoso parlamentario y guerrillero, del pensador, filósofo y organizador del partido Liberal, son tres pasos fundamentales para empezar.
A partir del acuerdo que se firmó en Neerlandia después de la Guerra de los Mil Días, se empieza a perfilar el general como el gran estadista. Entretanto, otro general, Benjamín Herrera, firma la paz en Panamá, en el buque Wisconsin.
Habla así el estadista: “Tenemos toda una nación por reconstruir. Nuestros padres y nosotros mismos creímos hacer Patria empleando los fusiles destructores. Necesitamos hacer Patria con las herramientas fecundas del trabajo. Yo he podido renunciar, como en efecto he renunciado, de una vez por todas y para siempre, a ser un revolucionario con las armas, pero no he renunciado a ser un revolucionario y un agitador en el campo de las ideas. Por eso, toda mañana toco la diana, paso revista a las ideas que he venido profesando, doy de baja aquellas que considero inútiles y obsoletas y las remplazo por otras mas fuertes y robustas".
De ahí que Gaitán haya dicho: “Este hombre lo era todo, maestre, jurisconsulto, orador, guerrero, escritor, diplomático, político, parlamentario, estadista y agricultor. Vencedor él, se llamó hidalguía; vencido, se llamó heroísmo; demócrata, fue mártir.”
El párrafo anterior corresponde al discurso pronunciado por Gaitán en uno de los aniversarios de la muerte del general.
Los invitamos a leer en nuestra revista de julio la disertación completa hecha por Manuel Muñoz para todos los amigos de Gotas de tinta.
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