domingo, 18 de octubre de 2009

El valioso tiempo tiempo de los maduros

Mario de Andrade (1893-1945)

“… Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…”

Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.

Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.

Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.

No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.

No tolero a maniobreros y ventajeros.

Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.

Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.

Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.

Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.

Quiero la esencia, mi alma tiene prisa… Sin muchas golosinas en el paquete…

Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.

Que sepa reír de sus errores.

Que no se envanezca con sus triunfos.

Que no se considere electa antes de hora.

Que no huya de sus responsabilidades.

Que defienda la dignidad humana.

Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.

Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.

Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas…

Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñaron a crecer con toques suaves en el alma.

Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.

Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan…

Estoy seguro que serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido.

Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.

Y si aún no conocí al verdadero amor… pretendo no desperdiciar el tiempo que me queda para cuando éste llegue poder disfrutarlo como esas últimas golosinas.

Espero que tus metas sean las mismas, porque de cualquier manera llegarás.

5 comentarios:

Pedro Arturo dijo...

Excelente proyecto y magníficas personas al frente. Gracias por la invitación y cuenten conmigo. Un abrazo.

José María Ruiz Palacio dijo...

Más que un poema, de lo cual disiento, esto es un manual de comportamiento para la vida que se ha desperdiciado, porque no se sabía lo de la bolsa de golosinas...
Cuando se es consciente del regalo, se tiene la certeza de que éste durará hasta el último momento, hasta el último respiro.
José M.

Georges René Weinstein dijo...

Un poema para pensar durante un rato,
pero me queda tan poco, que quisiera
deleitarme saboreándolo despacio.
Que sea capaz de amar la vida
con más intensidad que en otras épocas,
y con mayor serenidad vivirla ahora;
para que sea máxima felicidad la entrega.

Georges René Weinstein

Anónimo dijo...

Es el poema de la vida misma; de él me llenan palabras como: querer la esencia para vivir con intensidad y así llegar a tocar el corazón de la humanidad.

Gracias por la invitación.

Gloria Cecilia Betancur López
golondrina

Anónimo dijo...

Vivir la vida, un dulce que no empalaga, si cada saboreada la vivimos con el alma.

Gloria Luz.