Luis Tejada
la tranquilidad sugestiva de la aldea.
¿Una casita blanca metida en los rosales,
mujercita, un chiquitín huerto con flores?
¿Vivir entre el olor de los maizales,
sin penas, sin trabajos, sin dolores?
Eso no es vida ni nada, eso es la muerte
para los hombres de robustas manos;
las mujeres tan sólo y los ancianos
podrán vivir la vida de tal suerte.
Pero yo, que tengo sangre roja,
una sangre tan roja que no escucha
mi voz aplacadora, que me arroja
en mitad de la arena y dice: ¡Lucha!
No puedo estar en paz. Paz y quietud
son un pecado de lesa juventud.
1 comentario:
Contradictorio el asunto...Claro, puede pensarse en calor de juventud, en locura o que sea una simple diatriba para despistar incautos.
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