En La Casa de la Cultura de La Estrella, un lugar rodeado de naturaleza, la poesía recibe un trato privilegiado. Su director, Héctor Julián Sánchez Montoya, ha logrado sostener durante siete años un espacio que convoca a residentes del municipio, invitados y a todos aquellos que desean expresarse en este campo.
Con especial deferencia, el nocturno poético recibe el último jueves de cada mes a todos sus participantes. El pasado jueves 31 de marzo, Gotas de tinta hizo presencia con cuatro de sus seguidores: Pedro Arturo Estrada Zapata, Georges Weinstein Velásquez, Felipe López Giraldo y María Jaramillo Villegas.
A continuación compartimos con ustedes algunos de los poemas.
Las muchachas nacen silvestres
Para Lina María Ceballos
Una muchacha puede nacer y crecer instantáneamente
en cualquier lugar y hora. Producto natural de la tierra,
brota de repente en un parque público,
una esquina de barrio, una puerta humilde,
una estación de metro, un hospital a las dos de la madrugada,
un cementerio bajo la lluvia.
Hay poderosas fuerzas espacio temporales que se concitan
alrededor de estas apariciones de muchachas que,
según los especialistas, suelen clasificarse en grupos
o variedades casi infinitas.
No es lo mismo –digamos– una muchacha de parque metropolitano
que una de jardín pueblerino.
La primera, es obvio,
tendrá mejor tamaño y aspecto pero su color, su brillo,
serán de menor duración dada la impureza ambiente
mientras la segunda, más fina, más fresca,
mantendrá un encanto íntimo, perdurable.
Así mismo, se acentúan los matices entre muchachas
surgidas de de la noche y las que afloran por la mañana
o se reproducen como muñecas de acrílico en los centros comerciales.
Pero es un misterio indudable cómo se dan silvestres las muchachas
y también, cómo desaparecen de golpe,
dejando en el aire la fragancia a veces dulce,
a veces áspera o venenosa
de su paso fugaz en nuestras vidas.
Pedro Arturo Estrada Zapata
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Noctívaga armonía
Vi, asombrado, repetirse
entre los lapsos de la noche
la gozosa plenitud de un beso.
Oh las sombras que se tejen
en las sombras de las noches,
las sombras que se unen
entre sábanas y almohadas.
Sombras ascendentes
flotando en pequeños universos
al ritmo dadivoso de su entrega.
Miradas que no alcanzan
a verse entre la noche,
y, sin embargo, ¡sí se miran!;
ojos que refulgen entre sombras,
in crescendo, con la absoluta
inmensidad de un beso.
Que no interrumpa el Sol
naciente en el oriente raso
las almas que encontraron
su norte entre el calor de lunas,
que si el día trae con su luz la vida,
de la noche en su silencio brota
el perfecto resplandor que surge
de la imborrable plenitud del beso.
Georges Weinstein Velásquez
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Recordar desde la piel
Desde esta realidad,
ya desbordada el alma,
enajenada
para evitar cada roce,
cada sonido,
cada palabra incómoda y
dispuesta a maltratar la
blancura del espacio.
Recuerdo…
Y recordar es parte
de la muerte en su oficio
transformador de la esencia
donde se aposentaron
los sentidos,
se embriagó la mirada
y al vernos
nos sentimos uno solo.
Sobre el piso esparcida
la plenitud de ayer,
sobre la cama aún las mismas
sábanas, el mismo olor
y ese deseo de volverse
nube, de anclar la vida,
de aceptar sin dolor la pesadilla,
como se olvida la cometa roja,
la que nunca pudimos elevar.
Se perderán por fin en la
memoria los sitios y rincones
que nos vieron, y un día,
ya sin saber dónde te quise,
te recuerde como hoy
desde mi sangre,
desde mi piel oscura,
desde mi olor,
y aspire cada transpiración
de vida que me diste
y pases por mi médula
centímetro a centímetro escarpando
la estructura de tus remordimientos
dejados al azar,
por si algún día, sin pretenderlo,
alcanzas el indulto.
María Jaramillo Villegas
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A solas Conmigo I
No musites tu odio en lugares públicos,
decíle que no sabes nada
porque un poeta llora,
decíle que no sabes nada
peligroso conquistador fracasado
que impregnas de saliva a la cara de las musas,
baboso discurso, de una boca de lluvia maleva.
Decíle que no sabes nada
que la oralidad no es el nirvana de los solitarios
que los “gallos” de la voz es un canto matutino
de los desgarros de la disonancia asquerosa
del humano que es tan humano.
Bípedos de una soledad tan perfecta
no te cures nunca,
decíle que no sabes nada,
que el poeta no es un arquitecto de metáforas
por el clímax de un dios extravagante.
No te cures nunca
sufre hasta el último sinónimo de tedio
la maldición no es sufrir
¡es ser poeta!
Decíle que no sabes nada
porque el poeta no llora
en plazas públicas
y no hace cuentas bancarias con Thánatos.
Impulsa las secreciones de tus poros bohemios
al alto estado de un espejo que te desconoce
no te cures de tu suciedad
no conquistes el amor
gran súper héroe de la sensibilidad
conquista el desconcierto
de no tener paz
conquista el desamor
poeta que llora tras las puertas cerradas
conquista el desamor
que los poemas serán infinitos hasta la muerte.
Decíle que no sabes nada
de esa criatura que se tritura melancólica
que se levanta al nuevo día del nuevo día,
hasta que el nuevo día deje de serlo
para esperar hastiado el último día.
¡Decíle que no sabes nada!
¡no te cures nunca!
poeta que llora en silencio,
Si has de huir, huye entre el verso
y la palabra que reafirma tu huida,
huye presuroso
que la maldición no es sufrir
¡es ser poeta!
Felipe López Giraldo
2 comentarios:
Muchísimas gracias a Gotas de tinta no sólo por la invitación inolvidable a la lectura que compartimos en La Estrella, sino por la publicación del poema en el blog. Abrazos afectuosos.
Gracias a Maria y a George por Gotas de Tinta y esta oportunidad de vivir la poesía.
Guillermo
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